- ¿Cuáles son los principales grupos de medicamentos que empleamos para tratar el dolor?
Los medicamentos disponibles para el tratamiento del dolor incluyen: analgésicos no opioides, opioides y coadyuvantes (antidepresivos, anticonvulsivantes, ansiolíticos, anestésicos locales...)
- ¿Cree que los pacientes conocemos bien nuestros tratamientos y usamos estos fármacos de forma adecuada?
Los pacientes suelen entender casi todo lo que se les explica, sobre todo si hay una información adecuada oral reforzada por información escrita y personalizada. Nuestro reto es proporcionar la información adecuada en tiempo y forma. La correcta utilización de estos medicamentos va a depender en gran medida del esfuerzo de comunicación que hagamos indicando para qué son los fármacos prescritos, qué debemos esperar de ellos en lo relativo a eficacia y sobre todo a seguridad, comunicar los efectos adversos contribuye a tranquilizar a los pacientes al ser algo de lo que ya fueron avisados.
- ¿Qué tipos de enfermos o patologías son más difíciles de controlar en relación con el tratamiento del dolor?
Sin ninguna duda los pacientes con dolor crónico de tipo neuropático o mixto, ya que es algo que incluso acaba influyendo en el estado mental de la persona erosionando su calidad de vida.
- ¿Hacia dónde avanza la investigación en estos fármacos?
Aunque el arsenal terapéutico parece amplio, lo primero que piensas al hablar de avances y descubrimiento es en nuevas moléculas que combinen una mejor eficacia sin pagar tantos peajes en forma de efectos adversos, dentro del campo de los anitiinflamatorios no esteroideos (AINEs) pareció un avance el descubrimiento de los inhibidores selectivos de la enzima ciclooxigenasa-2 (COX-2), los coxib , sin embargo la aparición de efectos adversos cardiovasculares frenó el entusiasmo inicial de ver menores efectos adversos gastrointestinales graves.
En el campo de los opioides seguimos con más de los mismo, acción sobre receptores opioides en mayor o menor grado que son igual de eficaces pero continúan con los efectos adversos clásicos de este grupo, entre ellos la temida depresión respiratoria. Los coadyuvantes es un campo muy interesante para ahondar en su comprensión y manejo, por este lado investigar sobre la eficacia y seguridad de los nuevos anticonvulsivantes (oxcarbazepina, eslicarbazepina, lacosamida, levetiracetam) podría ser un avance en el tratamiento del dolor neuropático.
Por otro lado, ya hay estudios sobre la utilidad de la memantina y de la toxina botulínica en el tratamiento del dolor neuropático, es un nuevo campo que puede ser interesante. Además hay estudios Investigando cómo bloquear el componente emocional del dolor, de alta relevancia por la incidencia de enfermedades mentales alrededor del dolor sobre aspectos afectivos y subjetivos.
La idea es mejorar los analgésicos disponibles en busca del analgésico ideal que todavía no existe.
- ¿Qué otras medidas se pueden tomar para ayudar en el tratamiento del dolor?
Creo sinceramente que con los medicamentos de los que disponemos el control del dolor de casi cualquier etiología debería de poder aliviarse en una alta proporción. El conocimiento más profundo sobre los analgésicos disponibles lleva a una mayor seguridad a la hora de intervenir activamente en ayudar a los pacientes con dolor. Los opioides son excelentes analgésicos que con una adecuada evaluación del tipo de dolor y seguimiento cercano pueden dar resultados muy aceptables, se piensa que hay un alto consumo de estos pero de nada sirven estadísticas de aumento de envases vendidos y aumento progresivo de las Dosis Diarias Definidas de los opioides en los últimos si luego no se ven resultados positivos. En un Sistema de Salud moderno y capacitado como el nuestro el tratamiento del dolor es todavía un reto y un objetivo a conseguir sin necesidad de que la investigación en este campo avance mucho más.
- ¿Qué efectos secundarios pueden presentar estos fármacos?
Los AINEs presentan problemas gastrointestinales (dispepsia, úlceras gástricas y duodenales, hemorragias digestivas), hipetensión, problemas renales y cardiovasculares, erupciones.
Los analgésicos opioides pueden presentar desde estreñimiento, sedación/somnolencia excesiva, nauseas y vómitos hasta el más grave como es la depresión respiratoria.
Los coadyuvantes presentan los efectos adversos asociados a cada grupo de medicamento que se trate: antidepresivos, anticonvulsivantes, etc...
- ¿Cómo puede contribuir el farmacéutico a mejorar la salud de estos pacientes?
De forma proactiva ante la prescripción de analgésicos podría interesarse por el tipo del dolor que tiene, fijarse en que a veces los analgésicos se combinan y sería bueno averiguar qué información le dieron sobre las tomas de cada uno, asociar dos AINEs, en principio, no tiene mucho sentido. A veces le explican que uno está para administrar entre el otro (paracetamol e ibuprofeno intercalando entre tomas), averiguar esto nos permite al menos descartar que no se asocian dos antiinflamatorios puros con lo que quedaríamos más tranquilos.
Ver si supera la dosis máxima es otra observación que debemos hacer, si aparece, ratificar con el médico es la actuación posterior siempre sin poner en evidencia al compañero médico y con el máximo respeto posible, ante algo que puede tener una explicación que aunque no compartamos puede ser asumible. Un ejemplo en el que podemos intervenir es en aquellos pacientes a los que se les prescribe un antidepresivo como coadyuvante, comprobar que la titulación de las dosis (fundamental en la prevención de efectos adversos) la entendió perfectamente y comentarles que aunque en el prospecto ponga que es para la depresión que sepa que tiene otro uso y es para ayudar a aliviar el dolor.
Por supuesto, de forma pasiva, responder a todas las preguntas que podamos resolver.