05 NOVIEMBRE 2018

Tratamiento de la hipertensión arterial

En este podcast, y como último de una serie compuesta por tres, revisaremos las diferentes estrategias terapéuticas disponibles para el tratamiento de la hipertensión arterial

El tratamiento de la hipertensión arterial se debe basar en una estrategia dual que combine, por una parte, cambios en el estilo de vida del paciente y, por otra parte, y si fuese necesario, el tratamiento farmacológico. 

Los cambios en el estilo de vida son fundamentales en la prevención de la hipertensión y también son importantes en su tratamiento, pero nunca deben retrasar la instauración de tratamiento farmacológico en pacientes con un nivel de riesgo alto. Las modificaciones en el estilo de vida que han demostrado capacidad para reducir la presión arterial son la restricción en la ingesta de sal, la moderación en el consumo de alcohol, llevar una dieta rica en frutas y verduras y baja en alimentos grasos, la reducción y control del peso y realizar actividad física de manera regular. Además, es imprescindible insistir en el abandono del tabaco para mejorar el riesgo cardiovascular y porque fumar tiene efecto vasopresor agudo.

En cuanto al tratamiento farmacológico de la hipertensión arterial se puede recurrir fundamentalmente a 6 familias farmacológicas que son:

  • Diuréticos (tiacidas, indapamida y clortalidona)
  • Antagonistas del receptor de la angiotensina II, ARA II (candesartán, eprosartán, irbesartán, etc.)
  • Antagonistas del calcio (verapamilo, diltiazem, amlodipino, etc.)
  • Inhibidores del enzima convertidor de angiotensina, IECAs (enalapril, lisinopril, ramipril, etc.)
  • Beta-bloqueantes (atenolol, bisoprolol, etc.)
  • Otros antihipertensivos (fundamentalmente los fármacos de acción central como la metildopa y los alfa-bloqueantes como la doxazosina)

De todas estas alternativas, no hay ninguna que la evidencia científica soporte de manera significativa su superioridad y, por lo tanto, se elegirá una u otra dependiendo de las características y situación del paciente.

A la hora de escoger entre la monoterapia o la terapia combinada hay que recordar que son pocos los pacientes que responden a la monoterapia, aunque es una opción igualmente válida. Si el paciente no responde a un solo medicamento, se puede subir la dosis de este, cambiarlo por otro o iniciar terapia combinada. En cuanto a las posibles combinaciones de medicamentos, todas ofrecen resultados muy similares en cuanto a la reducción de complicaciones cardiovasculares y la única que nunca se debe emplear es la de un IECA con un ARA II.